Latinoamérica ha sido estremecida políticamente con la confirmación de la renuncia del Presidente de la Republica de Perú, Pedro Pablo Kuczynski.
Es la repetición de historias ya vividas en: Argentina con la persecución a los esposos Kirchner, en Brasil con la salida de Dilma Roussef y la persecución judicial a Lula da Silva, en Paraguay con la salida de Fernando Lugo, en Honduras a Manuel, Mel , Zelaya, entre otros.
Sin duda alguna un superpoder está detrás de todas estas acciones al no sentirse complacido en sus expectativas políticas o quizás para decirlo con mejor propiedad, expectativas de negocios.
PPK , como se abrevia el nombre del renunciante mandatario y su partido politico , comenzó su gestión, con un decálogo ministerial cuya primera norma era: “Debes ser absolutamente incorruptible”, lo que al parecer no se cumplió, porque en corto tiempo aparecieron las denuncias y escándalos.
El candidato de Peruanos Por el Kambio, Pedro Pablo Kuczynski, obtuvo en segunda vuelta de las elecciones de junio de 2016 el 50.12% de los votos válidos y ganó las Elecciones Generales , contra Keiko Fujimori de Fuerza Popular quien obtuvo el 49.88% de los votos válidos. La diferencia entre ambos candidatos fue de 0.242 puntos.
Esa pirrica victoria se vio afectada por la fuerte oposición en el Congreso, instancia que desarrolló, uno tras otros, procesos en contra del ahora renunciante jefe de Estado
Previo a la renuncia se debatía en Perù que era muy difícil que la destitución alcanzara los 87 votos necesarios, sobre un total de 130, aunque parecía claro que al gobierno tambien le era imposible que lograra mayoría, y el pedido vacancia se frustrara.
Todo eso indica una falta de apoyo de congresistas, es decir de los partidos políticos que llevan a los escaños del congreso sus dirigentes.
Eso delata la falta de un gran apoyo partidario que ha llevado a la renuncia del Presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, que de inmediato debe servir de lección a Republica Dominicana y toda Latinoamérica, los presidentes tienen que tener el apoyo de sus partidos no solo para ganar elecciones, también para sostener y dar fortaleza a los gobiernos.
Que el caso sirva de lección en la región.