Transporte Urbano No Motorizado: Tendencia Mundial

Por: Carlos Manzano |

La movilidad de las personas es la causante de algunos de los principales
problemas en las ciudades modernas.

Además de los impactos ambientales y sociales que produce el transporte,
sobre todo el motorizado, cabe señalar, además, los problemas de congestión
vehicular y mala comunicación, los cuales tienen una fuerte repercusión en la calidad
de vida de las personas.

El permanecer a expensa de un sistema vial que no responda a los cambios
que han sufrido los centros urbanos en los últimos tiempos, ha venido provocando en
las grandes ciudades serios trastornos sociales y de salud como
la contaminación   atmosférica, sedentarismo, obesidad, hipertensión, lo cual nos lleva
a pensar en nuevas formas de movilizarnos que nos generen alternativas para una
vida urbana más armónica, saludable y sostenible

Paradójicamente, sobre estos problemas existe un gran desconocimiento, y en
muchos casos, hasta una especie de aceptación social, pues los mismos son
asimilados como una característica intrínseca de las grandes ciudades.

Son algo así como el precio por vivir en la ciudad, la parte negativa de sus
ventajas, y como tales, no hay lugar para la crítica, sólo para la resignación.
Bajo este escenario, se hace imprescindible buscar nuevas formas y
alternativas de planificación y desarrollo del transporte que provoquen mejoras en la
calidad de vida de los ciudadanos.

Es claro que la única forma de disminuir los impactos debidos al uso excesivo
de coches pasa por reducir su número o su utilización.
Y es que los automóviles son responsables de gran parte de los problemas de
habitabilidad de nuestras ciudades, pero también del mal funcionamiento
del transporte público, y de la inhibición de los transportes no motorizados.
La cantidad de espacio y energía consumida, así como la contaminación
emitida por persona transportada, alcanzan niveles exagerados con esta ocupación
que roza el mínimo de lo posible.

No se puede mejorar el transporte público sin reducir a su vez el uso del coche.
De lo contrario todas las medidas encaminadas al fomento del mismo verán mermadas
su efectividad.

Una ciudad diseñada para el automóvil, sin espacio ni facilidades para andar o
pedalear, donde el régimen de miedo (por atropello) del automóvil y la contaminación
que produce se combinan inhibiendo a peatones y ciclistas, nos conduce a pensar
sobre la necesidad de adoptar medidas que procuren cada día más una reapropiación
del espacio destinado al automóvil para habilitarlo al transporte no motorizado.
Vistas, así las cosas, resulta imprescindible fomentar los desplazamientos a
pie, en bicicleta o por teleférico, ya que son los medios de transporte cuyos impactos
negativos son mínimos, al igual que su coste económico. Además, son beneficiosos
para la salud física y mental de las personas que los practican.

Estas tres modalidades de desplazamiento señaladas han venido creando una
tendencia mundial en cuanto a movilidad urbana se refiere, sobre todo en los países
con un mayor nivel de desarrollo y civilización.

Tradicionalmente la bicicleta, como medio de transporte, ha sido hasta hace
poco tiempo muy marginada, sin embargo, en la actualidad, países como Holanda,
Dinamarca o Alemania, pueden alcanzar hasta un 30 % de sus desplazamientos
urbanos haciendo uso de este medio.

Se trata de una interesantísima modalidad de transporte en la cual se debería
invertir, como está ocurriendo en muchas ciudades europeas y en algunas de
Latinoamérica, vistas las ventajas que la bicicleta tiene en comparación con otros
medios de transporte.

Además, la bici constituye una alternativa real a la utilización del automóvil
privado en distancias medias, que constituyen la mayor parte de los desplazamientos
urbanos.

La movilidad a pie, por grado de utilización social, por sus beneficios directos e
indirectos, debería recuperar el papel social que se le ha negado hasta ahora en las
políticas urbanas y de transporte. Fomentar los desplazamientos a pie es una de las
mejores alternativas de transporte en la búsqueda de una movilidad sostenible.
Peatonalizar las calles es una de las formas de rehabilitar el espacio público y
de dotarlo nuevamente de sentido. Con su aplicación se recupera toda la vida y
actividad perdidas durante décadas de expansión automovilística. Supone
básicamente devolver la calle a las personas y sus actividades.

Por su parte, los teleféricos han incrementado sustancialmente su presencia en
el transporte urbano a nivel mundial.  
Constituye un sistema de transporte aéreo construido por cabinas y accionado
mediante energía eléctrica que puede provenir de diversas fuentes como la energía
solar, por ejemplo.

El teleférico es una opción bastante rentable de transporte público ya que para
ello no se necesitan grandes inversiones (al menos no tanta comparada con
el transporte público convencional), y sobre todo, puede solucionar los problemas de
tráfico y movilidad en zonas de difícil acceso.

En definitiva, no se trata en modo alguno de que en nuestro país se dejen de
lado los esfuerzos que se vienen realizando en procura de mejorar el sistema
de transporte urbano motorizado, sino más bien, de que estemos conscientes de la
existencia de otras modalidades y alternativas que ofrecen soluciones innovadoras,
económicas y complementarias que podrían ayudar a muchos ciudadanos a mejorar
su accesibilidad a los trabajos con más seguridad, más salud y menor costo.