Discurso del Excelentísimo Señor Presidente de la República, Lic. Danilo Medina en el acto de Inauguración de la cumbre de cancilleres CELAC-Unión Europea.
Santo Domingo, 25 de octubre del 2016.
Excelentísima Señora Federica Mogherini,
Alta Comisionada de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad;
Excelentísimo Señor Miguel Vargas Maldonado,
Ministro de Relaciones Exteriores de la República Dominicana y anfitrión de este Evento;
Excelentísimos Señores Ministros Miembros del Cuarteto CELAC;
Excelentísimos Señores Ministros de Relaciones Exteriores de CELAC y la Unión Europea;
Distinguidos Jefes de Delegaciones presentes,
Excelentísimos Miembros del Cuerpo Diplomático y Consular acreditado en el país;
Honorables Miembros de los Organismos Multilaterales;
Señores Ministros y demás funcionarios del gobierno de la Republica Dominicana;
Señores Invitados Especiales;
Señores de la prensa;
Señoras y Señores;
Es un honor acoger este memorable encuentro entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños con la Unión Europea.
Quiero darles a todos ustedes una calurosa bienvenida en nombre de todos los dominicanos y en el mío propio.
Espero que este diálogo al que damos hoy apertura sea fructífero y que, además, renueve los poderosos lazos históricos y culturales que nos unen desde hace siglos.
Celebramos la feliz coincidencia de que el antiguo y el nuevo mundo se encuentren en esta ciudad de Santo Domingo, testigo inicial de acontecimientos que revolucionaron el mundo y, desde entonces, punto de encuentro de pueblos y de ideas.
Latinoamericanos, caribeños y europeos afrontamos hoy problemas comunes, como las migraciones, el cambio climático y tantos otros desafíos que nos han llegado con la globalización y la revolución tecnológica.
Confiamos en que esta plataforma bi-regional de diálogo político y cooperación nos ayude a abordar algunos aspectos de estos retos.
Para avanzar en este camino, tenemos la excelente hoja de ruta que nos proporciona la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.
Esa agenda marca un hito en la construcción de un mundo inclusivo y justo para todos. Apunta a un futuro libre de pobreza en todas sus formas, en el que nadie debe quedarse atrás. Pero la creación de ese futuro implica muchas tareas: la creación de capacidades; la transferencia de tecnologías; el fomento de las inversiones; la participación de la sociedad civil en los procesos nacionales de desarrollo y, por supuesto, un llamado urgente a crear y fortalecer alianzas estratégicas como estas.
Todas estas son áreas en las que nuestra relación bi-regional está llamada a tener un papel esencial.
Esta agenda implica también solidaridad, pues la financiación para el desarrollo es la principal herramienta internacional para la de los ambiciosos objetivos de desarrollo sostenible.
Se hace necesario, por tanto, que los países desarrollados cumplan su compromiso de destinar el 0,7% de su producto nacional bruto a la ayuda oficial para el desarrollo y del 0,15% al 0,20% hacia los Países Menos Adelantados, ya que las cifras destinadas son aún insuficientes en relación con las responsabilidades asumidas.
En ese sentido, el Plan de Acción de Addis Abeba adoptado en el 2015 en el marco de las Naciones Unidas, nos ofrece un valioso instrumento para impulsar iniciativas y movilizar recursos a nivel bi-regional que, sin menospreciar nuestras realidades particulares, conduzcan a una mejor coordinación en los programas de cooperación que emanan del Plan de Acción CELAC-Unión Europea.
Confío en que estas jornadas sirvan para abordar en profundidad temas clave como la movilización de recursos y la coordinación bi-regional, de manera que logremos cumplir con esa meta deseada por todos, que es un mundo sin pobreza.
Sin embargo, quiero señalar también que, para el desarrollo equitativo que deseamos los países miembros de la CELAC, tan importante como la solidaridad es establecer reglas de juego claras y justas en los mercados internacionales.
En este sentido, creo que debemos redescubrir el enorme potencial que el comercio tiene como mecanismo creador de riqueza y empleos.
Pero, para aprovechar este potencial, debemos asegurarnos de tener reglas que nos permitan competir en igualdad de condiciones.
Como ya mencioné recientemente ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, las políticas de subsidios, especialmente en productos agrícolas, no solo suponen un uso cuestionable de los recursos públicos de los países más desarrollados, sino también un obstáculo muchas veces insalvable para nuestras naciones, que no pueden poner en juego sus mayores activos de desarrollo.
Creo que vale la pena poner este tema sobre el tapete en este foro y someto a la consideración de todos los presentes esta reflexión porque, a la larga, poder llevar productos a los mercados europeos sería una herramienta de combate a la pobreza mucho más transformadora y efectiva que cualquier política de ayuda para el desarrollo.
Apreciados amigos,
Hay un asunto más del que me gustaría hablarles antes de cerrar estas breves palabras.
Como saben, esta hermosa isla en la que nos encontramos está en una de las zonas más vulnerables al cambio climático en el mundo, al igual que muchos de los países que nos visitan hoy.
Hace apenas unas semanas, nuestra región caribeña fue azotada por el Huracán Matthew, que dejó una estela de devastaciones a su paso por Jamaica, Haití, Cuba y las Bahamas, e incluso los Estados Unidos.
Solo en Haití, según las Naciones Unidas, ese siniestro segó la vida a 546 personas y dejó 2.1 millones de afectados, convirtiéndose en la mayor emergencia humanitaria desde el fatídico terremoto del año 2010.
Los efectos adversos del cambio climático atentan día a día contra el desarrollo sostenible en nuestros países, en algunos casos destruyendo en pocas horas lo que se tardó años en construir.
La acción global no debe hacerse esperar más. El Acuerdo de París ciertamente es un avance y confiamos en su pronta entrada en vigor, pero no debemos descansar hasta que logremos la adopción de un instrumento legal que, bajo la Convención de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, sea aplicable a todas las partes y pueda ser implementado a partir del 2020, año de expiración del Protocolo de Kyoto.
Para los más vulnerables, como los Países Menos Adelantados, los Países en Desarrollo sin Litoral y los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, como la República Dominicana, los actuales cambios en el medio ambiente atentan contra su seguridad alimentaria, la preservación de sus recursos naturales y, en muchos casos, con su propia existencia.
No queda duda de que el acceso a fondos de financiación para programas de adaptación al cambio climático y la reducción de la vulnerabilidad reviste tanta importancia, que debería ser un punto estratégico en nuestra relación bi-regional.
Señoras y señores,
Confío en que todos estos temas y muchos otros serán abordados en profundidad por ustedes a lo largo de estos dos días.
Estoy convencido de que no sólo daremos un paso firme de avance hacia el logro de nuestros objetivos comunes, sino que nos comprometeremos aún más con nuestros pueblos en la creación de nuevas y más prometedoras oportunidades para todos.
Santo Domingo de Guzmán, la capital más antigua en las Américas y tránsito obligado para los primeros europeos que llegaron a estas latitudes, de nuevo, les da la bienvenida.
Reencontrémonos una vez más, en un clima de amistad, respeto y colaboración mutua.
Sumemos nuestras fuerzas para garantizar un futuro mejor a nuestros pueblos, a ambas orillas del Atlántico que nos une.
Muchas gracias.






