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Por: Santo Salvador Cuevas | En la historia escrita sobre la isla de Santo Domingo relacionada con los femenos atmosféricos, desde 1492 hasta hoy, 2025, los habitantes conocimos en el tiempo fenómenos climáticos tan letales a su paso, que hoy en dia es obligatorio citarle.
Quién no escucho de los daños que, de manera implacable cometieron, por ejemplo, los siclones San Zenón, en 1930; Inés, en 1966; David, en 1979; o George en 1998, quienes a su paso nos dejaron como secuela a un Santo Domingo devastado, su agricultura destruida, ahogado entre el agua y el lodo, su infraestructura muy afectada, millares de hogares dañados y muertes por montones de dominicanos humildes.
Es que su paso sobre el territorio insular fue violento, marchando a una velocidad tenebrosa, en algunos casos, superior a los 130 kilometro/ h.
Pero, al margen de su velocidad, en un dia «se pasaba balance, se recogían los muertos y se contabilizaban las casas y la agricultura dañada, un dia y la amenaza partía tras su trayectoria.
Esta semana fuimos atacados por Melissa, ante su amenaza el gobierno suspendió la docencia, cerró todas las oficinas públicas y estableció, junto a los órganos competentes, los alertas amarillos y rojos.
Pero ningún fenomeno en la historia fue igual a Melissa, quien, a diferencia de los conocidos que llegaron y se fueron en un día, a una velocidad rápida, con melissa nos encontramos la diferencia.
Melissa no se desplazaba a 130 kilometro/ h. No.
Melissa estuvo estacionario entre las República de Barbado, Jamaica, Cuba y lla isla de Santo Domingo, atrapado entre dos nubosidades situadas «entre el Atlántico y la parte Sur que arropa el Caribe».
Fruto de dicha nubosidad, fuimos testigos de un fenomeno cuyo radio de acción se mantenía entre 2 kilometros/h., y 4 kilometros/ hora.
Marchaba lento, lo que facilitaba absorber los calores de las aguas turbulentas del mar y convertirlos en un arma más peligrosa y letal que todos los huracanes y fenómenos atmosféricos conocidos en la historia de la isla, desde 1492 hasta hoy dia 2025.
Y eso se puede medir a partir de la cantidad ventida e invariable de agua sobre las ciudades, de manera más evidente en el Gran Santo Domingo.
Lo que pretendemos no es puntualizar lo ya vivido esta semana y que la población vivió y monitoreó por las redes sociales.
Se trata de evaluar el comportamiento de lo que inició y se mantuvo durante 3 o 4 días como honda tropical, para transformarse de repente en un potente huracán de categoría 4 y 5 y así contra atacar la población caribeña.
Estamos invitando a sacar lecciones de Melissa.
Melissa es una señal de alerta general , que invita a la Nación a prepararse para eventos atmosféricos de gran magnitud para lo porvenir.
Melissa invita a planificar el futuro:
1. Las aguas de Santo Domingo, su salida hacia el mar debe tener dolientes, el dinero de la corrupción (que son muchos millones) debe servir para controlar e invertir en el desagüe de las ciudades más afectadas cuando llegan las inundaciones.
2. El suelo se llena tan rápido, sus poros se tapan por la ausencia de zonas boscosas y arbustos; la ausencia de un plan Nacional de arbolización que permita a la misma naturaleza administrar y repartir las aguas, somos cómplices y el gobierno indolente ante el desmonte y derribo de los arboles.
3. Melissa invita al gobierno central, y los gobiernos locales, con participación de las iglesias y las organizaciones sociales, a hacer un levantamiento de toda la infraestructura pública y privada, y que incluyan las escuelas públicas y privadas; hospitales y clínicas públicas y privadas; revisión de los puentes, las carreteras, el metro de Santo Domingo, etc que permitan su reconstrucción y establecer seguridad ciudadana.
Melissapuso en evidencia la fragilidad en la seguridad pública, demostró la necesidad de un plan urgente de rescate, que lleve a corregir fallas y demostrar a la Nación entera que el nuestro es un país que amerita de dolientes.





