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Por: Víctor Manuel Grimaldi Céspedes | En enero del año 1975, Juan Bosch concluía un recorrido por varios países y no por casualidad terminaba en Suecia. Desde Estocolmo recibía yo entonces por correos una tarjeta postal firmada por él mismo.
Figura 1. Vista del monumento en Estocolmo representado en la tarjeta postal enviada por Juan Bosch (24 de enero de 1975).
Figura 2. Reverso de la tarjeta postal manuscrita de Juan Bosch dirigida a Víctor Grimaldi Céspedes, Diario La Noticia, Santo Domingo, 24 de enero de 1975.
Un año y un mes antes, en noviembre y diciembre de 1973, Bosch había renunciado al PRD y había fundado un nuevo partido, el PLD.
El Profesor Bosch mantenía desde el exilio antitrujillista buenos vínculos con la organización de los socialdemócratas de Suecia, lazos boschistas que luego heredaron el PRD y José Francisco Peña Gómez.
Ni decir de sus vínculos con los italianos y los alemanes. Relaciones muy buenas.
Su legado político:
El legado político de Juan Bosch demuestra que fue más que un intelectual y un narrador: fue el arquitecto de la democracia moderna dominicana.
Su pensamiento combinó el humanismo, la justicia social y la ética como fundamentos del poder político.
De su liderazgo nacieron los principales partidos que han gobernado el país en la mayor parte de los seis decenios posteriores a la invasión militar norteamericana de 1965: el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y la Fuerza del Pueblo (FP).
Un estudio aparte merecen Joaquín Balaguer y sus seguidores, quienes manejaron el Estado durante veinte años. Otros grupos partidarios sólo han colaborado como aliados en distintas fases de la historia política reciente del país.
Bosch sembró la semilla del equilibrio entre libertad y responsabilidad, entre Estado y sociedad, entre desarrollo económico y justicia distributiva. Aún cuando cada grupo tomó su propio rumbo, todos compartieron la raíz doctrinal de la socialdemocracia, adaptada a la realidad latinoamericana.
Los herederos democráticos de Bosch:
Los discípulos y sucesores de Bosch gobernaron con distintos estilos, pero con un denominador común: el compromiso con la democracia, las libertades y el bienestar del pueblo dominicano.
Aunque José Francisco Peña Gómez fue el discípulo más popular y carismático de Bosch dentro del PRD, no llegó a ejercer la Presidencia, si bien su liderazgo inspiró a una generación de dirigentes democráticos.
Jacobo Majluta gobernó durante cuarenta días tras la muerte del presidente Guzmán, dejando testimonio de la capacidad institucional de transición.
Salvador Jorge Blanco (1982–1986), otro presidente del PRD que en realidad fue proveniente del partido Unión Cívica opuesto a Bosch en 1962, enfrentó graves tensiones económicas; la política de ajuste impuesta por el economista Bernardo Vega desde el Banco Central provocó la crisis y la violencia de abril de 1984, que dejó una herida social y política en el país y dividió profundamente al PRD.
Por eso los gobiernos de auténtica estirpe democrática que pueden destacarse como las gestiones más modernizadoras son las de:
– Antonio Guzmán Fernández (1978–1982), quien abrió el camino de la democracia plena y el respeto a los derechos humanos.
– Hipólito Mejía (2000–2004), que reforzó la producción agrícola y mantuvo políticas sociales inclusivas. Además, inició el proceso de reformas del sector financiero con la nueva ley. Había encontrado graves fallas estructurales que enfrentó en este sector.
– Danilo Medina (2012–2020), que priorizó la inversión social y educativa.
– Luis Abinader (2020–2025), que ha consolidado una gestión responsable, transparente y cercana al ciudadano.
– Leonel Fernández (1996–2012), que simbolizó el equilibrio entre el pensamiento boschista, la modernidad económica y la proyección internacional del país.
La socialdemocracia como vía de equilibrio:
Mientras en Europa la socialdemocracia se consolidó como una tradición estable —desde Willy Brandt y Olof Palme hasta los actuales gobiernos del norte y sur del continente—, en América Latina ha debido enfrentar desigualdades estructurales y limitaciones económicas. Aun así, los gobiernos inspirados en Bosch han seguido esa línea de moderación ideológica: crecimiento con justicia, apertura con responsabilidad, progreso con equidad.
Su experiencia demuestra que la democracia social es viable en América Latina cuando se combina disciplina fiscal con inversión social, educación con productividad y ética pública con participación ciudadana.
Hacia un nuevo consenso latinoamericano:
El futuro de América Latina no está en los extremos. Ni el autoritarismo disfrazado de populismo ni el neoliberalismo sin rostro humano ofrecen respuestas duraderas. Lo que el continente necesita es un nuevo consenso socialdemócrata latinoamericano, capaz de unir desarrollo y justicia, libertad y solidaridad.
La República Dominicana ha sido un ejemplo de estabilidad y madurez institucional gracias a esa herencia de Bosch: presidentes que, con aciertos y errores, han respetado la Constitución, las libertades y la alternancia en el poder.
Hoy, cuando el mundo enfrenta tensiones ideológicas y crisis económicas globales, la lección de Bosch sigue vigente, pues no hay progreso verdadero sin justicia, ni justicia sin educación moral del pueblo.
Esa visión —la del humanismo democrático— es la que puede guiar a América Latina hacia una nueva etapa de progreso.
Los discípulos de Bosch ya demostraron que la ideología o los principios de la socialdemocracia aplicados al estilo y condiciones de la sociedad dominicana pueden ser modelo de equilibrio, modernidad y respeto humano.
Santo Domingo, noviembre de 2025.





