El Líder, la Organización y el Futuro del PLD

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Por: Víctor Manuel Grimaldi Céspedes | El exministro de Administración Pública Ramón Ventura Camejo ha publicado en su cuenta de Facebook una interesante reflexión sobre el libro Liderazgo Estratégico para Directivos, Directores y Dirigentes, del autor español Guillem Bou Bouzá, en la que destaca conceptos tan antiguos como actuales: la amenaza, la provocación, el centro del conflicto y, sobre todo, la importancia de identificar la cuestión clave que define el destino de las organizaciones.

Ventura Camejo, con larga experiencia en la función pública, recuerda que el liderazgo no se mide solo por la autoridad formal, sino por la capacidad de orientar, comunicar y mantener la cohesión dentro de estructuras complejas. Su comentario pone sobre la mesa una realidad que hoy afecta tanto a las empresas como a los partidos políticos: la necesidad de un liderazgo estratégico que prevenga el conflicto antes de que éste destruya la organización desde adentro.

Leonel Fernández: una visión temprana:

Hace unos cuarenta años, cuando apenas rondaba los treinta y tres años de edad, Leonel Fernández escribió en el Listín Diario un artículo titulado “El Líder y la Organización”. No era entonces un dirigente destacado del Partido de la Liberación Dominicana, pero ya mostraba una visión de futuro sobre la relación entre autoridad, disciplina y estructura institucional dentro de los partidos políticos.

En ese texto —hoy difícil de localizar físicamente en los archivos—, Fernández advertía que un líder sin organización se diluye, y una organización sin liderazgo se dispersa. Era una intuición que años después cobraría pleno sentido cuando el joven intelectual se convertiría en Presidente de la República y en figura clave del PLD durante más de dos décadas.

Danilo Medina: el organizador silencioso:

Por su parte, Danilo Medina se forjó dentro del mismo partido como un constructor de estructuras, organizando comités intermedios y provinciales mientras Juan Bosch seguía siendo la figura tutelar del liderazgo moral. Su disciplina técnica y su capacidad para movilizar las bases fueron decisivas para su posterior ascenso al poder.

De Bosch, Leonel y Danilo —tres estilos distintos de liderazgo— nació un proyecto político que logró gobernar veinte años y transformar profundamente la República Dominicana. Pero también, de sus tensiones internas, surgieron las fracturas que en 2019 dividieron al PLD y dieron origen a la Fuerza del Pueblo.

El riesgo de la dispersión:

La ruptura de 2019 entre Leonel Fernández y Danilo Medina fue una catástrofe política. Ambas organizaciones —el PLD y la Fuerza del Pueblo— sufrieron derrotas consecutivas en 2020 y 2024, y corren el riesgo de seguir perdiendo en 2028, incluso con “caras nuevas”, si continúan debilitándose mutuamente.

En política, como en el ajedrez estudiado por Bou Bouzá, el estratega que no identifica el centro del conflicto termina perdiendo la partida. El centro del conflicto dominicano entre estos dos partidos no es ideológico, sino organizacional: se trata de la incapacidad para redefinir la autoridad, la sucesión y el método de coordinación dentro de un mismo legado histórico.

Lecciones de los estudios sobre organizaciones:

Los teóricos de la organización —desde Karl Weick hasta Patrick Lencioni, M. Afzalur Rahim, Gareth Morgan y Jeffrey Pfeffer— coinciden en algo esencial: toda institución que ignora el conflicto interno, o lo reprime sin procesarlo, termina fragmentándose.

El conflicto no es una enfermedad, sino un síntoma de crecimiento. Lo peligroso es dejar que se convierta en ruptura irreversible por falta de comunicación, liderazgo compartido y reglas claras de sucesión.

Soluciones y caminos posibles:

1. Reconstruir la confianza personal y política entre los liderazgos del PLD y la Fuerza del Pueblo, reconociendo la raíz común boschista y el legado compartido.
2. Establecer un mecanismo de mediación interna, con figuras de respeto moral, para gestionar diferencias sin recurrir al enfrentamiento público.
3. Promover un programa común mínimo, centrado en reformas institucionales, educación y desarrollo sostenible, que permita recomponer una visión de Estado más allá de los egos.
4. Adoptar reglas internas de transparencia y sucesión, para evitar que los procesos de selección de candidatos se conviertan en guerras personales.
5. Formar una nueva generación de cuadros técnicos y políticos bajo principios éticos de servicio público, no de lealtades personales.

Conclusión:

El PLD y la Fuerza del Pueblo nacieron de una misma raíz: el pensamiento de Juan Bosch sobre la ética, la educación y la organización política como instrumentos del bien común. Si esa raíz vuelve a ser nutrida con diálogo, método y humildad, ambas fuerzas podrían reencontrarse en una nueva etapa de madurez institucional.

Como en el ajedrez de Bou Bouzá, quien descubra el verdadero centro del conflicto —y actúe sobre él con inteligencia estratégica— será quien finalmente gane la partida.