Evaluación de resultados versus miopía gubernamental

Getting your Trinity Audio player ready...

Por: Domingo Batista | Los ciudadanos juzgaran al gobierno por los resultados reales. Luis Abinader y el PRM están actuando con visión desconectada de la realidad, ya que prioriza las estrategias políticas en propaganda sobre los verdaderos logros y efectos de las políticas públicas.

En la República Dominicana, la brecha entre la percepción ciudadana y la gestión gubernamental parece ensancharse cada día más.

Mientras el Gobierno promueve una narrativa de logros y estabilidad, las evaluaciones ciudadanas, basadas en la experiencia real de la gente, cuentan otra historia: una marcada por el deterioro del poder adquisitivo, el aumento del endeudamiento y el desencanto con las promesas incumplidas.

El malestar social que recorre barrios, campos y ciudades no nace del pesimismo, sino de la realidad económica palpable.

Los hogares sienten el peso de la inflación, el aumento del costo de la vida y la precariedad de los servicios básicos.

La ciudadanía evalúa y su juicio no se basa en discursos ni en cifras maquilladas, sino en lo que vive día a día en la caja del supermercado, en la factura eléctrica y en el transporte público.

El Gobierno muestra una miopía política que le impide ver más allá de su burbuja mediática. Se confunde el gasto con inversión y se celebra la deuda como si fuera desarrollo.

Según el economista Juan Ariel Jiménez, la deuda pública ha aumentado en 24 mil millones de dólares en apenas cinco años, alcanzando niveles nunca vistos, sin que el país pueda mostrar obras estructurales equivalentes a ese sacrificio fiscal.

Por su parte, el expresidente Danilo Medina advirtió que la economía dominicana enfrenta una situación “sumamente peligrosa”, con una proyección de RD$324 mil millones en intereses de deuda para 2026, cifra que ahoga la capacidad del Estado para invertir en bienestar.

Este tipo de decisiones no son neutras: hipotecan el futuro de una nación que paga más por sus pasivos que por su desarrollo.

La miopía política gubernamental se expresa en la obsesión por sostener la popularidad inmediata, sin visión estratégica ni sensibilidad ante las demandas sociales.

Se gobierna mirando encuestas, no necesidades.

Y mientras se priorizan campañas publicitarias y obras vistosas, la ciudadanía reclama soluciones concretas a problemas básicos como el empleo, la salud, la educación y la seguridad.

El Partido de la Liberación Dominicana ha recogido ese descontento ciudadano, denunciando el abandono estatal y la desconexión del Gobierno con la realidad del pueblo.

Su discurso no se limita a la crítica, sino que plantea la necesidad de volver a poner el foco en la gente, con amor al prójimo volviendo a los programas sociales que garantizaron estabilidad durante años, y en una planificación económica más humana y sostenible.

Las evaluaciones ciudadanas no mienten. Son el reflejo más honesto del desempeño de cualquier administración. Ignorarlas es un error que suele costar caro, política y socialmente.

La gente no evalúa ideologías, sino resultados: si su vida mejora o empeora, si sus oportunidades crecen o se reducen. En ese sentido, el contraste entre el discurso oficial y la realidad cotidiana se vuelve cada vez más evidente.

El país necesita recuperar la visión de Estado y abandonar la lógica del parche, la excusa y la propaganda.

Solo así será posible romper el ciclo de endeudamiento sin desarrollo, y pasar de la miopía política a una mirada de largo plazo centrada en el bienestar del pueblo.

Las urnas no se llenan de promesas, sino de votos ciudadanos. Y cuando las evaluaciones del pueblo chocan con la ceguera del poder, la historia suele repetirse: el cambio prometido termina siendo una ilusión más.