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Por: Julio César Valentín | Julio César valentín, amigo y camarada «de camino y sueños», es un político estudioso. Ha invertido mucho tiempo y recursos en su formación política, intelectual, cultural y académica. Es experto en política exterior, y conoce las diferentes teorías políticas y sociológicas, y las expone con profundidad, fluidez y elegancia.
Valentín es un expuisito tertuliano y un expositor natural. Es un político de ideas. Las ideas le fluyen con espontaneidad y facilidad, como le fluyeron la noche del pasado 24 cuando puso en circulación su libro: Los Movimientos Sociales Dominicanos En El Siglo XXI, en el auditorio Manuel del Cabral de la biblioteca Pedro Mir de la UASD. En dicha actividad estuvieron presentes importantes figuras del mundo político, académico y del movimiento social de la República Dominicana.
Estuve presente en la actividad, y pude calibrar, una vez más, la sólida formación del doctor Julio César. Su ponencia, de 22 minutos, fue brillante, genial. La disfruté. La sobriedad del análisis enjundioso la combinó con unos chistes que a todos nos agradó. Hizo una apretada síntesis sobre los movimientos sociales dominicanos del siglo XXI, enfatizando en la necesidad de entender sus nuevas características.
Habló de cómo surgieron, se desarrollaron y se establecieron en las primeras dos décadas del siglo XXI, y de lo que han significado. Hizo un elegante recorrido por todos esos movimientos desde las protestas contra la isla artificial que se pretendía aprobar y contra la cementera en Gonzalo, pasando por el movimiento del 4% para la educación, hasta la Marcha Verde. Explicó cómo esos movimientos, nuevos y con metodologías y visiones diferentes, acapararon la atención y conquistaron el apoyo de la ciudadanía, especialmente de la clase media, tradicionalmente apática a esos movimientos.
Habló de cómo pasamos de los movimientos sociales del siglo XX, caracterizados por la violencia callejera, escasas propuestas y dirigidos por una cúpula sectaria, hacia unos movimientos sociales del siglo XXI, pacíficos, de clase media, con propuestas y con direcciones horizontales. En su libro Valentín hace un estudio minucioso, inteligente y acucioso de esos movimientos, y establece que llegaron para quedarse.
El mundo ha cambiado. Hay un mundo que quedó sepultado. El mundo de la era industrial, el del siglo XX, quedó atrás. El mundo de la exclusiva
hegemonía política en la sociedad también está cediendo frente a un mundo donde los ciudadanos, a través de los movimientos sociales, dejan escuchar sus voces, y plantean sin miedo sus inquietudes frente al poder político y gubernamental.
Lo dice Valentín en este contundente párrafo: «El liderazgo político debe interpelarse acerca del qué hacer para dar respuestas, no desde las alturas burocratizadas tradicionales, sino desde mecanismos horizontales, más sensibles a las palpitaciones de los latidos sociales, pues, en definitiva, la clase política ya no es la exclusiva depositaria de la soberanía de la toma de decisiones, no es más la exclusiva representante que actúa como canalizadora de las pretensiones de la sociedad y la toma de decisiones en el Estado, no, políticos colectivos, impulsores de democracia radical, actores políticos con poder de generar cambios sociales, comparten la escena de lo público junto a los medios de comunicación, a las organizaciones de la sociedad civil, actores que se legitiman en la medida en que se hace constante el proceso de pérdida de legitimidad y confianza ciudadana que afecta a los partidos políticos y demás instituciones representativas de la democracia dominicana y de la Región».
Cuando surgieron esos movimientos, el mando político los vio con desdén. Pero con el paso del tiempo vimos cómo crecieron y se convirtieron en factores decisivos de aglutinamiento del enojo social colectivo.
Aunque los movimientos sociales son, en cierta forma, políticos, no es inteligente descalificarlos, pura y simple, con el argumento de la politización. Es más inteligente estudiarlos, entenderlos y participar en ellos con una mentalidad nueva, flexible, integradora y tolerante.
También Valentín lo explica en este otro párrafo, tan contundente como el anterior: «O la política democrática cambia o el poder de la gente en las calles y las acciones colectivas la hacen cambiar. Porque de lo que podemos estar seguros es que estamos acudiendo a una época de convulsiones, de enojos ciudadanos, estamos viviendo en una sociedad de movimientos sociales, lo que indica que éstos y otras formas de quejas y malestares sociales han llegado para quedarse y convivir con nuestras democracias, por lo que el liderazgo contemporáneo debe actuar con la suficiente creatividad y audacia, cordura, tolerancia y oído sensible a la voz de las calles para convertir estas demandas en dividendos que fortalezcan los valores, las prácticas y las instituciones de la democracia».
Más claro no puede ser mejor explicado. Entender esa nueva realidad de los movimientos sociales del siglo XXI, brillantemente explicada por Julio César Valentín en su libro, es una tarea que tiene la sociedad, y de manera muy especial la clase política. El desafío está lanzado.