La importancia de votar

Margarita Cedeño

Por: Margarita Cedeño | El domingo 19 de mayo el pueblo dominicano tiene la oportunidad de acudir a las urnas para elegir a sus gobernantes y al Congreso Nacional.

Lamentablemente, damos por hecho que tener elecciones libres y democráticas cada cuatro años es normal y que la democracia dominicana no enfrenta riesgos.

Pero la evidencia demuestra lo contrario. Primero, no siempre hemos tenido procesos electorales como los que tenemos hoy.

Muchos hombres y mujeres enfrentaron con valentía los intentos de varios gobernantes de subvertir los deseos de la ciudadanía, manipulando los resultados electorales o utilizando descaradamente el poder militar y la fuerza del dinero a su favor.

Aún persisten fallos que nos hacen cuestionar la participación de las Fuerzas Armadas en los procesos electorales y el uso de los recursos públicos a favor de un candidato, pero nunca como antes.

Por otro lado, los acontecimientos que vemos en otros países demuestran que la democracia sigue estando en riesgo y que los valores que la sustentan son frágiles y pueden variar en cualquier momento.

El informe más reciente de Freedom House advierte sobre el deterioro de las instituciones en los países que aún no se han consolidado como democracias y la expansión de las autocracias en todo el mundo.

Como dicen Levitsky y Ziblatt en su libro “Cómo mueren las democracias”, no existe una única forma de destruir una democracia.

Y en el mundo de hoy, las democracias se erosionan poco a poco, muchas veces sin darnos cuenta hasta que ya es muy tarde.

La primera de esas manifestaciones es dejar de creer en los procesos democráticos, es decir, ver el proceso de la votación como una ceremonia banal que no se traduce en beneficio de la ciudadanía y que, por ende, no hace falta acudir a votar cuando hay certámenes electorales.

Para la población, participar de los procesos electorales está perdiendo arraigo, cada vez menos se reconocen los valores democráticos, la importancia de la elección y las luchas que preceden la estabilidad y relativa confraternidad que hoy disfrutamos.

Es hora de que las instituciones de la democracia se hagan la pregunta de cómo recuperar el valor del voto en la democracia moderna, para que la apatía no abra el camino al populismo y luego a las autocracias.

Ignorar los avisos que indican un deterioro de la democracia le costará muy caro al país, como les ha costado a otros países de la región.

No es casual que el más reciente Latinobarómetro hable de una democracia en “recesión” por las marcadas preferencias que hay hacia “actitudes a favor del autoritarismo” por el desplome del desempeño de los gobiernos y la mala imagen de los partidos políticos.

Hay que hacer el mayor esfuerzo para mejorar la forma en que construimos la democracia. Y el voto es el primero de ellos.